domingo, 4 de abril de 2010

Babilonia


“Otro ángel le siguió, diciendo:
Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad,
porque ha hecho beber a todas las naciones
del vino del furor de su fornicación.”

Apocalipsis 14:8


La noticia es atroz: Oficiales de altura en el Vaticano, incluyendo al actual Papa Benedicto XVI, no separaron del sacerdocio a un sacerdote que abusó sexualmente de 200 niños sordos, aunque varios obispos estadounidenses advirtieron repetidamente que no hacerlo podría avergonzar a la Iglesia, de acuerdo a documentos de la Iglesia recientemente desenterrados como parte de un juicio.
El caso de Wisconsin envuelve al sacerdote estadounidense, Rev. Lawrence C. Murphy, quien trabajó en una renombrada escuela para niños sordos de 1950 a 1974. Pero éste es solo uno de miles de casos remitidos por décadas de obispos a la oficina del Vaticano llamada la Congregación para la Doctrina de la Fe, liderada de 1981 al 2005 por el Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI). Ésta es todavía la oficina que decide si a sacerdotes acusados se les debe dar juicios canónicos completos y separarlos del sacerdocio.

La correspondencia interna de obispos en Wisconsin directamente al Cardenal Joseph Ratzinger, el futuro papa, muestra que mientras oficiales de la Iglesia peleaban sobre si el sacerdote debía ser destituido, su prioridad más alta fue proteger a la Iglesia del escándalo.

Ahora bien, digamos que Hitler no se hubiera suicidado en Berlín (como dice la historia) y lo hubiesen capturado 20 años después. ¿Lo habrían liberado porque ya estuviese muy viejito, o bien, se hubiese puesto a llorar y le dan un indulto para que pudiese morir tranquilo? O si dentro de 20 años capturasen al espejismo de Osama Bin Laden ¿lo dejarán libre para que siga derribando aviones contra los rascacielos? ¿O me qué me dicen de Pinochet, de Tito, de Somoza, de Noriega? ¿o acaso no será lo mismo matar a un niño(a) que abusar de él o ella, de arrebatarles su integridad, su privacidad, de entorpecer su futuro bajo el poder de una sotana?

Hace mucho que no creo en las religiones; y si ayudan a quienes las practican, no me hace sentir bien o mal. Siempre que se sigue un dogma, la sombra del fanatismo merodea. No hay que ir muy largo para darse cuenta la corrupción a nombre de Dios, acá en nuestro país, los pederastas y los abusos sexuales a manos de la iglesia católica abundan. El Vaticano bajo sus lujos, hace silencio y ¿qué se puede decir del silencio cuando no es una virtud?

Siglo tras siglo el Vaticano ha escondido a miles de abusadores sexuales. Y aquí no se trata de atacar a nadie, sin embargo, como decía el escritor Eduardo Galeano: “los derechos humanos deben empezar en casa”. Una Iglesia que señala con su dedo acusador, una iglesia que todavía le debe muchos perdones a la historia; debería de ver hacia adentro y arrancar sus aberraciones. Una iglesia donde sus guías de educación sexual ni ellos mismos se las creen, donde la masturbación , el uso del condón, la homosexualidad o el sexo sin el fin de concebir, casi que significa estar protegido bajo las axilas del diablo.¿ y entonces? .¿Será que todos estos torcidos sexuales inquisidores sí compraron su pedacito de cielo?


Mientas tanto, el padre Murphy, terminó su vida en los hombres como un sacerdote devoto. 200 niños sordos abusados sexualmente por él, no fueron razón suficiente para sacar a la luz una aberración que podría estarse repitiendo en cualquier otro lugar del planeta. El poder corrompe. Y espero que el padre Murphy haya encontrado la paz que se merece. Porque mientras sigamos volviendo la vista, y creamos que una institución como la iglesia es intocable, seguiremos sembrando con nuestro silencio la ignorancia de nuestra realidad.

Es un siglo que va muy a prisa y quiero creer con toda mi alma, que algunos católicos están haciendo bien las cosas allí adentro, que no todo está perdido para la gente que busca a Dios y no que abusen de sus hijos. “Dejad que los niños vengan a mí”. Lástima que algunos sacerdotes entiendan mal la metáfora.

1 comentario:

Germán Hernández dijo...

Creo que nunca está demás denunciar estos hechos, especialmente por que existen miles, millones de personas de buena voluntad que dentro de estas instituciones religiosas (tan humanas como cualquier otra y menos divinas de lo que se piensa) viven una auténtica espiritualidad, buscan a su manera la concordia y la realización del reino de los cielos de manera humilde y devota. Por eso, es fundamental señalar a estos homicidas y denunciarlos, para que no quede en entredicho la autenticidad y el testimonio de los verdadoros seguidores de la fe.

Finalmente, haces bien mi querido amigo en no caer en la idolatría de las instituciones, que no solo incluye a las religiones, incluye a cualquier institución humana...

eso me recuerda las palabras del profeta Amos:

No llamarás Dios a la obra de tus manos...

Saludos!!!!!